Procedente de las soleadas playas de Ibiza, Philippe Soulier lleva consigo la atracción magnética del Mediterráneo. Desde su profundo amor por los tatuajes, que empezó a adquirir como testimonio de sus apasionadas aventuras, hasta los tonificados músculos que ha esculpido a lo largo de años de incansable entrenamiento, Philippe es realmente un espectáculo para la vista.
Desde sus primeros años, el gimnasio se convirtió en su santuario. Y a medida que se transformaba, también lo hacían sus aspiraciones. Su elevada estatura, una estatua de 1,90 m, unida al físico de un dios griego, le situaron instantáneamente en el mundo del modelaje. Más que un simple modelo, Philippe se ha aventurado en el mundo erótico, difuminando las líneas con su desbordante confianza. No se trata sólo de los músculos abultados, sino de la audacia con la que hace alarde de ellos.
Aunque sea heterosexual, su comodidad en su propia piel y con sus compañeros modelos es encomiable. ¿Es la esencia europea de espíritu libre o simplemente un amor innato por los focos? Te dejamos decidir.